domingo, 18 de enero de 2009

Botones


















Hoy no es un día cualquiera. Para muestra basta un botón. Por primera vez en mi vida, lo hice. Metal, textil, plástico. Había riesgos y pinchazos, puntería, pericia, paciencia.
Y recuerdos. Me vino a la memoria ese mueble de mi abuela. De pino, enchapado simulando roble. Una tapa retráctil que duplicaba la superficie dando paso a una Singer. Una puerta frontal que al abrirla descubría los pedales de la máquina de coser. En el lado interno de la puertecilla, un cajoncito en donde esconder agujas, hilos, ganchillos y dedales.
Un día memorable el de hoy. No lo hice una vez, sino dos.
Primero, como un lince, enhebré hilo blanco con pericia por el ojo de la aguja. Luego idas y vueltas por la tela de aquella camisa, con astucia para evitar los pinchazos pues mi pulgar no contaba con armadura alguna, poniendo en riesgo mi huella dactilar.
Confieso que tuve suerte, no corrieron ríos de sangre y el acto concluyó con la prenda impoluta.
La adrenalina... Esa reacción química ante la aventura y el peligro me obligó a ir por más. Ya no podía detenerme.
Con instinto animal mordí con rabia y arranqué el hilo restante, reemplazándolo ahora por su némesis negro.
Afloró mi visión de águila para una segunda enhebración. Dedos pulgar e índice asociados, penetrando el corderoy una, dos y tres y todas las veces que fuera necesario, incansables. Un nuevo triunfo, ese pantalón ya no caerá con tanta facilidad.
Vaya día... Fue un goze. Guardo la aguja, los hilos, cuelgo en sus perchas la camisa y el pantalón. Enciendo un cigarrillo. Tras la faena, toca disfrutar.

2 comentarios:

Eta dijo...

Cuantos botones... Adorable.

Anónimo dijo...

Todavia no logré semejante hazaña, rivalizas con los héroes de los mitos de antaño!