lunes, 26 de enero de 2009

desper(a)t(e)-ador


Hola. Buenas. Chau.
-Qué bien lo pasamos juntos...¿no?
-Si... Bueno, andate ahora.
-Ok.
(Un sec please, voy a apagar la tele que está la pesada de Leona Lewis...voy a poner music)
Estoy bastante quemado estos días, así que vamos con un zapping mental:
uff...
ufff...
uffff...
uf.
El mate últimamente me sale horrible, no sé qué hacer ya ¿Comprar uno nuevo, cambiar de marca?
Qué manera de dormir. Somos todos zombies. Todo es un quilombo, parece uno de esos viajes en "BusTour":
"A su izquierda, puede observarse el genocidio africano; a la derecha, bombardeos en Franja de Gaza"...
Nos pega el solcito en la cara y el vaivén del autobús nos relaja hasta dormirnos. Sólo nos despertamos para aplaudir a Obama, para comprarnos un souvenir con la leyenda "Yes we can". Canes parecemos respondiendo al silbato de Pavlov.
Entonces sólo nos queda divertirnos un poco con los pequeños detalles, el buffet libre que (a algunos) nos espera en casa, nuestros 'pay-per-view' sui generis con amigos en la barra de un bar... En fin, montarnos nuestro propio reality show.
Lo voy a dejar acá.
Por suerte, uno a veces viaja acompañado y toca compartir la habitación (y la cama). Será sólo una casualidad, durará lo que dure el tour, tendrá fecha de caducidad, nunca se sabe. ¿Guardaremos las fotos de estas vacaciones, las imprimiré algún día? Who knows... Mejor tener recuerdos que soñarlos.

domingo, 18 de enero de 2009

Botones


















Hoy no es un día cualquiera. Para muestra basta un botón. Por primera vez en mi vida, lo hice. Metal, textil, plástico. Había riesgos y pinchazos, puntería, pericia, paciencia.
Y recuerdos. Me vino a la memoria ese mueble de mi abuela. De pino, enchapado simulando roble. Una tapa retráctil que duplicaba la superficie dando paso a una Singer. Una puerta frontal que al abrirla descubría los pedales de la máquina de coser. En el lado interno de la puertecilla, un cajoncito en donde esconder agujas, hilos, ganchillos y dedales.
Un día memorable el de hoy. No lo hice una vez, sino dos.
Primero, como un lince, enhebré hilo blanco con pericia por el ojo de la aguja. Luego idas y vueltas por la tela de aquella camisa, con astucia para evitar los pinchazos pues mi pulgar no contaba con armadura alguna, poniendo en riesgo mi huella dactilar.
Confieso que tuve suerte, no corrieron ríos de sangre y el acto concluyó con la prenda impoluta.
La adrenalina... Esa reacción química ante la aventura y el peligro me obligó a ir por más. Ya no podía detenerme.
Con instinto animal mordí con rabia y arranqué el hilo restante, reemplazándolo ahora por su némesis negro.
Afloró mi visión de águila para una segunda enhebración. Dedos pulgar e índice asociados, penetrando el corderoy una, dos y tres y todas las veces que fuera necesario, incansables. Un nuevo triunfo, ese pantalón ya no caerá con tanta facilidad.
Vaya día... Fue un goze. Guardo la aguja, los hilos, cuelgo en sus perchas la camisa y el pantalón. Enciendo un cigarrillo. Tras la faena, toca disfrutar.

martes, 6 de enero de 2009

sinideas


No sé, no tengo nada que contar. 10...9...8... Tengo ganas de hacer un montón de cosas, pero ni hoy ni mañana las podré hacer. Me gustaría esto y aquello. Eso otro, también. Bueno, mejor lo dejo ya para otro día, que no voy a ninguna parte. En realidad, si, me voy a la cama. Cenizas y ciruelas. La semántica es algo raro. ¿Y la semiótica? ¿Qué me cuentan? La cuenta atrás: 7...6...5...4... Ya se acerca el final. Acróbatas y retrógradas. Rayos y centellas. Pedros y picapiedras. Luna, cuna; cunetas y lunetas. Misas con pizzas, jamones y sermones, remiendos y meriendas, estrellas y esterillas, modales y dedales. Sentencias y demencias. 3...2...1... Ya conocen el final.